viernes, 11 de diciembre de 2009

LA CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA


"Cabe recordar que en 1874 se haría la adjudicación del primer solar para la construcción de la Iglesia en la villa de Pereira, en el sitio donde hoy se encuentra la Catedral de Nuestra Señora de la Pobreza, según consta en los documentos de la época(19), pero, posiblemente, sólo hasta el año siguiente se daría inicio a la construcción de ésta(20), la cual, seguramente, fue de techo de paja sobre tapias(21). Por la extensión del solar adjudicado, se presume que esta primera construcción de la Iglesia tendría por extensión 33 varas de frente y tan solo 50 de centro o longitud(22).
Transcurridos algunos años, en el mes de diciembre de 1881, se procedió a comprar un solar aledaño a la Iglesia ya existente para su ampliación, de propiedad de Manuel Valencia y Lucía Montoya, esposa de Raimundo González(23). El solar medía 30 varas de frente en la carrera de Colón (hoy carrera séptima; también llamada calle del Cementerio) por cincuenta de centro hacia el sur(24). La fecha de venta de dicho solar coincide con las crónicas de Ricardo Sánchez, quien relata que hacia el ocho de diciembre de 1882 se estaban construyendo las tapias de la Iglesia, como todas las tardes, por las personas piadosas del lugar, cuando un rayo mató a Rosario Marín en la propia puerta de la capilla(25).
Pese a este desafortunado suceso, al parecer las labores de construcción de la Iglesia continuaron su marcha, como así lo indica otra base documental del 12 de enero de 1883 y en la cual se da constancia de la compra de un tercer solar aledaño a la Iglesia para su ampliación. El solar, de propiedad de Manuel Valencia y vendido por la suma de $80 pesos a los presbíteros José Ignacio Pineda y Baltazar Gutiérrez, medía ocho varas de frente en la carrera de Colón y 50 de centro hacia el sur. De este documento también se puede interpretar que la Iglesia se encontraba en plena actividad de construcción cuando al establecer los límites del mencionado solar se lee que este limitaba por el oriente
"con las tapias de la Iglesia que actualmente se está construyendo";
por el sur, con el solar de Lisandro Gómez; por el occidente, con el de Juan Crisóstomo Cotrina y por el norte con la carrera de Colón, frente a la casa de Pedro Duque(26).
Algunas semanas después, el 19 de marzo de 1883, Manuel Cárdenas vendió al presbítero José Ignacio Pineda el último solar de ocho y media varas de frente hacia la carrera de Colón, también para la ampliación de la Iglesia, por la suma de $64 pesos(27). Unas semanas atrás, el 17 de febrero de 1883, dicho solar había sido permutado por el mencionado Manuel Cárdenas (y para efectos de venta a la Iglesia) a Juan Crisóstomo y Abraham Cotrina por una finca de su propiedad de 25 varas de frente en la carrera de Jorge Robledo y avaluado en la suma de $ 64 pesos(28). Misma cifra, con la cual Manuel Cárdenas le vendió el último solar a la Iglesia y que por fin alcanzaría la calle occidental de la población (actual calle 21).
Como caso curioso, y en coincidencia con los recién descubiertos restos óseos del individuo hallado en el costado suroriental de la Catedral , hacia el mes de noviembre de 1883 se registró una última venta de un pequeño solar de Joaquina Cantera, vecina de Cartago, al presbítero Baltazar Gutiérrez, situado en el occidente de la plaza, en forma rectangular, de dos varas de frente a la plaza y cincuenta de centro o de longitud(29).
El solar tenía como linderos: por el oriente la plaza pública; por el norte, el solar de la Iglesia; por el occidente, el solar de Rafael Quintero y por el sur la casa y solar de la vendedora Joaquina Cantera y quien lo cedió por la suma de $ 25 pesos sesenta centavos. Este solar era, además, un desprendimiento de uno superior que había recibido por donación del presbítero Remigio Antonio Cañarte. En dicha transacción también se registró, en el numeral sexto de la declaración, que la mencionada vendedora quedaba "obligada al saneamiento de la finca". ¿Por qué se hace mención de esto?, ¿Acaso el solar estaba deshabitado, en ruinas, o era utilizado para otros menesteres? Lo que si se puede inferir es que el frente de la Iglesia, tal vez, pudo haber alcanzado dos varas más de extensión.
Lo cierto también de la historia de la construcción de la Iglesia de Nuestra Señora de la Pobreza, es que debió continuar las obras durante algunos años más con la decidida ayuda y dedicación de su feligresía. Al respecto, Fernando Uribe Uribe relata en sus crónicas que a la altura del año de 1890 el padre Ismael Valencia adelantaría, con gran empeño, la obra del templo que cuatro años más tarde habría de continuar su sucesor el presbítero José María López(30).
Pero algunos años más tarde, el 31 de enero de 1906, un fuerte terremoto estremeció la ciudad dejando como consecuencia la destrucción de la Iglesia. El sismo de Tumaco, como se le designó, una de las conflagraciones que más energía cinética ha liberado en la historia sísmica mundial, también llegaría hasta Ecuador.
No se sabe cómo se consiguió el dinero para la reconstrucción de la Iglesia(31), pero lo claro es que el 20 de marzo de 1906, los miembros de la Junta del Templo, en cabeza del presbítero José María López, firmaron contrato con don Heliodoro Ochoa, el mismo que se habría comprometido a la construcción de la Catedral de Manizales(32), con el propósito de construir un proyecto de planos para el templo de la ciudad de Pereira(33). En dicho contrato, el mencionado Ochoa se comprometía a respetar los muros laterales y el frente del edificio, tal como en ese momento se encontraban. Como términos del mismo, Ochoa también se comprometía a entregar la planta o plano horizontal en los dos meses siguientes y los demás planos en ocho. Para efectos de la obra, de igual manera, contrataría dos oficiales, de acuerdo con la Junta, uno de cantería y otro de carpintería. El contrato también estipulaba que el pago por los servicios de Ochoa sería de $30000 pesos en cuatro meses, otros $30000 pesos dentro de ocho y $10000 el día que estableciera al oficial de carpintería(34).
Las obras debieron tardar más de lo presupuestado, pues hacia el año de 1910, Fernando Uribe Uribe relata que la Catedral
"aparecía con la torre medio trunca, los muros formados por anchos paredones de ladrillo, hasta el arranque de la fachada. Sobre ellos se estaba levantando en forma muy lenta, una serie simétrica, de sólidos armazones de madera de comino y nogal..."(35).
No cabe duda que el contrato de reconstrucción de la Iglesia y los testimonios de nuestro cronista daban cuenta, una vez más, del compromiso de la feligresía por su parroquia y por su ciudad. Por fortuna, la ciudad contaba desde 1905 con la importante y nutrida Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, reconocida por el obispo de Manizales, G. Nacianceno Hoyos. Tampoco hay que olvidar que la colonización proseguía su enjundiosa marcha y que pronto vendrían años de prosperidad cafetera. Fue así como muy pronto la humilde urbe, su Iglesia y su población entrarían en una modernización sin precedentes en la historia del país, y en la privilegiada posición de ser parte de la región que establecería, con menores traumatismos y desigualdades, las pautas y el liderazgo de dicho proceso. Una historia que bien vale la pena analizar, pero en otro momento. "


articulo de la revista de ciencias humanas nº 27 de la UTP

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