viernes, 11 de diciembre de 2009
MUSEO DE ARTE DE PEREIRA
BIBLIOTECA LUIS CARLOS GONZÁLEZ

COLISEO RAFAEL CUARTAS GAVIRIA

La historia señala que dentro de los adalides del civismo pereirano es necesario mencionar el nombre de Rafael Cuartas Gaviria, como uno de los más grandes exponentes de una generación que se ufanaba por servirle a la ciudad, con nobleza del corazón. Nació en Pereira el 24 de octubre de 1914, hijo de don Luis Cuartas -un liberal radical venido de Santa Rosa de Osos, Antioquia- y de María Gaviria Mejía. Fue 21 años presidente de la Sociedad de Mejoras, hasta su muerte en 1978. Era un hombre de temperamento enérgico y polémico, vertical en todas sus opiniones y analista de las circunstancias.
Ubicado en la carrera 8 entre calles 36 y 37. Cuenta con una capacidad de 6.800 espectadores.
IGLESIA SAN JOSÉ
Antes de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen Iglesia San José, existía una Capilla llamada San José, que desde 1948 fue tomada en administración por padres Vascos de la congregación Carmelitas y quienes comenzaron la construcción del convento y de la parroquia que conocemos hoy en día. En el año 1964 toma su nombre actual. Su diseño fue inspirado en la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián España. Los planos fueron elaborados con sumo cuidado en el país Vasco y acomodados por arquitectos y maestros de la ciudad. Se caracteriza por su estilo gótico y limpieza en la construcción, famosa por sus 48 vitrales, 4 naves y sus 60 metros de largo por 25 de ancho, la cual la convierte en unas de las parroquias más imponentes de Colombia. Gracias a su majestuosidad hace que sea una de las parroquias más importantes para las celebraciones religiosas y un sitio obligado de visita para todos los turistas.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA

Transcurridos algunos años, en el mes de diciembre de 1881, se procedió a comprar un solar aledaño a la Iglesia ya existente para su ampliación, de propiedad de Manuel Valencia y Lucía Montoya, esposa de Raimundo González(23). El solar medía 30 varas de frente en la carrera de Colón (hoy carrera séptima; también llamada calle del Cementerio) por cincuenta de centro hacia el sur(24). La fecha de venta de dicho solar coincide con las crónicas de Ricardo Sánchez, quien relata que hacia el ocho de diciembre de 1882 se estaban construyendo las tapias de la Iglesia, como todas las tardes, por las personas piadosas del lugar, cuando un rayo mató a Rosario Marín en la propia puerta de la capilla(25).
Pese a este desafortunado suceso, al parecer las labores de construcción de la Iglesia continuaron su marcha, como así lo indica otra base documental del 12 de enero de 1883 y en la cual se da constancia de la compra de un tercer solar aledaño a la Iglesia para su ampliación. El solar, de propiedad de Manuel Valencia y vendido por la suma de $80 pesos a los presbíteros José Ignacio Pineda y Baltazar Gutiérrez, medía ocho varas de frente en la carrera de Colón y 50 de centro hacia el sur. De este documento también se puede interpretar que la Iglesia se encontraba en plena actividad de construcción cuando al establecer los límites del mencionado solar se lee que este limitaba por el oriente
"con las tapias de la Iglesia que actualmente se está construyendo";
por el sur, con el solar de Lisandro Gómez; por el occidente, con el de Juan Crisóstomo Cotrina y por el norte con la carrera de Colón, frente a la casa de Pedro Duque(26).
Algunas semanas después, el 19 de marzo de 1883, Manuel Cárdenas vendió al presbítero José Ignacio Pineda el último solar de ocho y media varas de frente hacia la carrera de Colón, también para la ampliación de la Iglesia, por la suma de $64 pesos(27). Unas semanas atrás, el 17 de febrero de 1883, dicho solar había sido permutado por el mencionado Manuel Cárdenas (y para efectos de venta a la Iglesia) a Juan Crisóstomo y Abraham Cotrina por una finca de su propiedad de 25 varas de frente en la carrera de Jorge Robledo y avaluado en la suma de $ 64 pesos(28). Misma cifra, con la cual Manuel Cárdenas le vendió el último solar a la Iglesia y que por fin alcanzaría la calle occidental de la población (actual calle 21).
Como caso curioso, y en coincidencia con los recién descubiertos restos óseos del individuo hallado en el costado suroriental de la Catedral , hacia el mes de noviembre de 1883 se registró una última venta de un pequeño solar de Joaquina Cantera, vecina de Cartago, al presbítero Baltazar Gutiérrez, situado en el occidente de la plaza, en forma rectangular, de dos varas de frente a la plaza y cincuenta de centro o de longitud(29).
El solar tenía como linderos: por el oriente la plaza pública; por el norte, el solar de la Iglesia; por el occidente, el solar de Rafael Quintero y por el sur la casa y solar de la vendedora Joaquina Cantera y quien lo cedió por la suma de $ 25 pesos sesenta centavos. Este solar era, además, un desprendimiento de uno superior que había recibido por donación del presbítero Remigio Antonio Cañarte. En dicha transacción también se registró, en el numeral sexto de la declaración, que la mencionada vendedora quedaba "obligada al saneamiento de la finca". ¿Por qué se hace mención de esto?, ¿Acaso el solar estaba deshabitado, en ruinas, o era utilizado para otros menesteres? Lo que si se puede inferir es que el frente de la Iglesia, tal vez, pudo haber alcanzado dos varas más de extensión.
Lo cierto también de la historia de la construcción de la Iglesia de Nuestra Señora de la Pobreza, es que debió continuar las obras durante algunos años más con la decidida ayuda y dedicación de su feligresía. Al respecto, Fernando Uribe Uribe relata en sus crónicas que a la altura del año de 1890 el padre Ismael Valencia adelantaría, con gran empeño, la obra del templo que cuatro años más tarde habría de continuar su sucesor el presbítero José María López(30).
Pero algunos años más tarde, el 31 de enero de 1906, un fuerte terremoto estremeció la ciudad dejando como consecuencia la destrucción de la Iglesia. El sismo de Tumaco, como se le designó, una de las conflagraciones que más energía cinética ha liberado en la historia sísmica mundial, también llegaría hasta Ecuador.
No se sabe cómo se consiguió el dinero para la reconstrucción de la Iglesia(31), pero lo claro es que el 20 de marzo de 1906, los miembros de la Junta del Templo, en cabeza del presbítero José María López, firmaron contrato con don Heliodoro Ochoa, el mismo que se habría comprometido a la construcción de la Catedral de Manizales(32), con el propósito de construir un proyecto de planos para el templo de la ciudad de Pereira(33). En dicho contrato, el mencionado Ochoa se comprometía a respetar los muros laterales y el frente del edificio, tal como en ese momento se encontraban. Como términos del mismo, Ochoa también se comprometía a entregar la planta o plano horizontal en los dos meses siguientes y los demás planos en ocho. Para efectos de la obra, de igual manera, contrataría dos oficiales, de acuerdo con la Junta, uno de cantería y otro de carpintería. El contrato también estipulaba que el pago por los servicios de Ochoa sería de $30000 pesos en cuatro meses, otros $30000 pesos dentro de ocho y $10000 el día que estableciera al oficial de carpintería(34).
Las obras debieron tardar más de lo presupuestado, pues hacia el año de 1910, Fernando Uribe Uribe relata que la Catedral
"aparecía con la torre medio trunca, los muros formados por anchos paredones de ladrillo, hasta el arranque de la fachada. Sobre ellos se estaba levantando en forma muy lenta, una serie simétrica, de sólidos armazones de madera de comino y nogal..."(35).
No cabe duda que el contrato de reconstrucción de la Iglesia y los testimonios de nuestro cronista daban cuenta, una vez más, del compromiso de la feligresía por su parroquia y por su ciudad. Por fortuna, la ciudad contaba desde 1905 con la importante y nutrida Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, reconocida por el obispo de Manizales, G. Nacianceno Hoyos. Tampoco hay que olvidar que la colonización proseguía su enjundiosa marcha y que pronto vendrían años de prosperidad cafetera. Fue así como muy pronto la humilde urbe, su Iglesia y su población entrarían en una modernización sin precedentes en la historia del país, y en la privilegiada posición de ser parte de la región que establecería, con menores traumatismos y desigualdades, las pautas y el liderazgo de dicho proceso. Una historia que bien vale la pena analizar, pero en otro momento. "
EDIFICIO DE RENTAS

Finalmente el esfuerzo fue infructuoso y Pereira se consolidó como una ciudad caldense y antioqueña y en 1920 se había convertido en el centro del eje cafetero.Para esta época, escribe el historiador Jaime Jaramillo Uribe, "se produjo una decisiva transformación del paisaje urbano: la pavimentación de calles, plazas y la construcción en cemento de los primeros edificios. Comenzaba la era del cemento y atrás quedaba la del ladrillo y la tapia".
Luego de la Guerra de los Mil Días (1899-1903), la recuperación del país tardó años en estabilizarse; sin embargo, el auge de las exportaciones de café y el dinero obtenido por la indemnización de Panamá, produjeron una bonanza económica que se reflejaría en la construcción, tanto estatal como privada.
El edificio de Rentas Departamentales, construido en 1927, según consta en la fachada principal, corresponde dentro de la historia de la arquitectura en Colombia al denominado período republicano en su etapa más tardía. Contemporáneo al Palacio Arzobispal de Manizales y la Estación de Armenia, se construyó en un costado de la Plaza del Mercado para albergar las oficinas y bodegas, sede de las Rentas Departamentales.
La elegante construcción, cuya fachada enmarcada por columnas monumentales con ornamentados capiteles se encuentra coronado por un fronton triangular; en la parte superior está rodeada por una balaustrada adornada con grandes copas representó, durante años, la época dorada de la ciudad.Con el transcurrir del tiempo, como sucedió en muchas lugares del país, la zona comenzó a deteriorarse; el centro dio paso a la periferia moderna y el edificio, si bien continuó como sede de las rentas, perdió poco a poco su espacio físico dando lugar a otros usos, ajenos a su concepción espacial y a su carácter.
La inspección de policía funcionó durante algunos años en el sótano y una serie de oficinas subutilizaban las antaño elegantes del segundo piso. Construcciones alrededor, ventas ambulantes y el caos urbanístico fueron haciendo del inmueble un lugar amorfo, abandonado y casi inútil.En 1992 la Subdirección de Monumentos del Instituto Nacional de Vías, se propuso la tarea de rescatar parte del patrimonio de la joven ciudad con la restauración de este monumental inmueble, limpiándolo de adiciones, rescatando la fachada, las marquesinas y los patios. Se aprovechó el manejo del espacio interior y las alturas de sus techos para adaptarlos a nuevos usos. La obra dio nuevo impulso a la zona y se demostró la importancia de recuperar la memoria arquitectónica, manteniendo la historia construida de la ciudades.
Investigación y textos: Jimena Montaña Cuéllar
Fuentes: Revista Proa. Número 410, 1992
April-Gniset, Jacques. "La ciudad colombiana". Banco Popular.
martes, 24 de noviembre de 2009
INTRODUCCION DEL BLOG
martes, 17 de noviembre de 2009
CATEDRAL NUESTRA SEÑORA DE LA POBREZA

La Catedral de Nuestra Señora de la Pobreza de Pereira es el templo jerárquico de la Diócesis y el ícono cultural de la ciudad, esta construida sobre los cimientos de la antigua iglesia de la ciudad de Cartago que permaneció en esta población desde 1540 hasta 1691, abandonó el terreno desplazándose al occidente que es donde actualmente se encuentra; cuando refundaron Pereira en 1863 utilizaron el mismo trazado de la antigua ciudad colonial por lo tanto la catedral ha sido un epicentro religioso desde 1540.
El valor patrimonial de esta iglesia lo confirman los hallazgos arqueológicos que se evidenciaron en las excavaciones realizadas para la reconstrucción del templo después del terremoto del 25 enero de 1999 que le dio a los pereiranos un redescubrimiento de su historia pero ahora con un soporte arqueológico para todos los cronistas e historiadores.
La Catedral de Pereira concibe además una compleja estructura de 13 mil piezas en madera de comino crespo que sostienen su cúpula, su construcción en ladrillo a la vista, sus capillas, monumentos religiosos, hallazgos arqueológicos y su ancestral historia hacen que sea sitio de visita obligado para todos los turistas.

HISTORIA DE PEREIRA
En los orígenes, Pereira era una mixtura de las colonizaciones caucana y antioqueña del siglo XIX. No obstante, si su historia ha de remontarse a 1540 cuando se fundó la ciudad de Cartago en las inmediaciones del actual centro de la ciudad, el reencuentro con su devenir traza una línea de rupturas y continuidades hasta la conquista y extinción de los Quimbayas y Carrapas del territorio. Hasta la refundación de la ciudad en 1541 y la posterior muerte de Jorge Robledo a manos de Sebastián de Belalcázar. Hasta las juntas de los indígenas (1542 y 1557) contra los encomenderos para escapar del pago de los tributos y los malos tratos. Hasta la explotación de sal del río Consota y la profanación de tumbas indígenas por parte de los españoles con el fin de extraer el oro y fundirlo. Una historia de resistencias que aún está por contarse y que se enlaza. Alrededor del año de 1683 la advocación de la virgen cambiaría definitivamente a la de Nuestra Señora de la Pobreza. Reza la tradición que en los primeros años del siglo XVII a la lavadora de ropas María Ramos, en las márgenes del río Otún, se le había aparecido la virgen en el lienzo de un viejo cuadro perteneciente a la comunidad de los franciscanos
Los primeros cincuenta años del siglo XX y en particular los años veinte de esta centuria se reconocen como la “década prodigiosa” en Pereira por la urbanización y el comercio que hicieron dar el primer salto de aldea a ciudad.